Uno de los objetivos de este blog es ir recopilando datos concretos, hechos y anécdotas sobre el piragüismo en Sanlúcar de Barrameda y el Club de Actividades Náuticas ESLORA, completando y enriqueciendo el trabajo de recopilación histórica realizado principalmente por José Manuel Bueno y Juan Carlos García para el 50 aniversario del club.
En este sentido, animo a participar con su aportación en este foro a todo el que tenga algo que contar al respecto.
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Me introduje en el mundo del piragüismo porque mi amigo Tomás Galán me animó a ello. Coincidí con Tomás en el 8º de EGB. En 1979, recuerdo que no había mucho que hacer en Sanlúcar (es una apreciación personal). Tomás consiguió acercar al ESLORA a un grupo de chicos con la "promesa"de "ponerse fuerte y viajar" ¡ Por supuesto que la aventura estaba asegurada!. Así que "El Minino", "El Chino" y, luego un poco más tarde, Yo mismo empezamos en este deporte.
La memoria se me difumina, pero creo recordar que como vivíamos en la Calle Santa Brígida, quedamos una tarde, creo que de viernes (aunque puede que fuera el sábado), para asistir a la "Reunión" (todas las semanas se quedaba ese día para preparar lo que se iba a hacer el fin de semana, tanto vela como piragüismo).
Bajamos andando al poco del crepúsculo. Las calles estaban húmedas de haber llovido. La sede del club estaba donde ahora se ubica la delegación de hacienda y ,en aquel entonces, la Biblioteca Pública en las dependencias de la planta de abajo a la derecha y las del Club en la de arriba.
El simple hecho de la penumbra y lo que podía llegar a imponer un edificio viejo, casi en ruinas y grande, me hizo sentir un halo de intriga cuya atracción resultaba imposible de evitar.En un momento dado y a voces, se convocaron las correspondientes reuniones. Seguí a mis dos Carontes hacia una sala. Allí estaba, presidiendo la sesión Paco Morales. Tomás y Fali andaban por allí sentados cómodamente en unos sillones que tuvieron un pasado más lustroso; Emilio giró la cabeza cuando entramos y estaba atento a las primeras palabras de Paco; Falete se incorporaba con no se que papeles en las manos, A Pepe hubo que darle un toque para que dejara de moverse. El fondo de la habitación permanecía en penumbra y se vislumbraba siluetas de muebles y objetos viejos semiamontonados. Por un breve instante giré la cabeza y me vi reflejado junto a todos en los ventanales que daban al patio interior que, en ese momento al ser de noche, solo se intuía.
Nos sentamos donde pudimos y empezó la reunión. Se trató lo que se iba a hacer ese fin de semana que como hacía buen tiempo se saldría al agua (era raro entrenar entre semana: el cole terminaba a las 5 y los que no iban trabajaban en algo). y a continuación el asunto de la venta de papeletas, cuyas tiras de números eran selladas por Falete durante la reunión.
Al terminar, Paco me dio la bienvenida muy cortesmente, contrastando con las risitas de Pepe y algún otro graciosillo . Llevaba la foto carné que unos días antes me hizo Santero, sobre la hora del almuerzo y ejerciendo como lienzo de fondo la pared encalada del patio de su casa (previa retirada de las macetas correspondientes). Lentamente y con una letra impecable, Paco cumplimentó los documentos pertinentes, aboné la cuota mensual de 7 pesetas (unos 4 céntimos), me puso 25 papeletas en la mano y me citó para el domingo. Así, en aquella tarde cualquiera, se selló un compromiso que lleva ya más de 40 años mal contados.
El primer día que subí a una piragua, el 1 de abril de ese año, bueno... digamos que fue un momento poco honroso (pero eso lo dejaré para otra entrada).
(Ea! Pare, po una cosa así, me la envías y la publico: Ánimo.)
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