sábado 23 2025

Capítulo III De nuestro trancurrir por el río y los mucho peligros a los que nos enfrentamos.

 

( pasa abajo para leer con fuente no artística)


Al breve de trascurrir en sus aguas divisamos como un ser sibilino - que no podía proceder más que de las mismas entrañas del Averno del Ponto, Tal vez enviado por los propios demonios que allí habitan al servicio del Lucifer de las profundidades y que emerge a la superficie sin más tarea que traer el mal y la destrucción a la humanidad-  el cual nos llenó de un pavor aterrador que aún en el día de hoy y tras el tiempo transcurrido me hiela la sangre. Se veía que o bien no disponía de la habilidad de mirar de reojo, como por ejemplo la familia de los équidos, o bien su menester de procurar el mal no incluía a nuestras personas. Hizo que este monstruo marino  tomara andurrios alejados de nosotros. El ser infernal de aspecto parecido a una culebra de no más de dos palmos atravesó el río a unos quince metros de nuestra proa haciendo que nuestras pulsaciones se ajustaran al esfuerzo y no al cangelo. por su denostada presencia. que se alejaba.

 

 El siguiente episodio tuvo lugar en el paso de Coria del Rio. Divisamos las blancas casas de esta localidad ribereña.. El infundio de animosidad que nos produjo tal visión nos aportó un vigor especial. ¡Por fin! un atisbo de civilización..... después de dos millas..


.

El paisaje de casas trascurría y a mitad más o menos hicimos una parada puesto que debíamos dar paso a la Barcaza que hacía su servicio de paso de orilla a orilla.  Fuimos consciente como la tripulación y viajeros percibieron en nuestros ojos la mirada del tigre. Y supongo que se preguntarían de dónde venían o iban (esos pringaos) .  

A partir de aquí la naturaleza salvaje se hizo acopio de nuestras almas. 

El ritmo no se perdió hasta millas más tarde. No recuerdo la hora; pero si se que era la de comer o más aún, puesto que las necesidades de sustento de los héroes no es diferente al resto de los mortales. Y las tripas sonaban con especial animosidad.


Allende en la distancia divisamos un cortijo o similar. Localizamos una orilla apropiada para realizar un desembarque y dar cuenta de las vituallas energéticas que el equipo de logística había preparado para nuestro sustento. 

las energéticas vituallas que el equipo de logística había preparado para nuestro sustento consistía básicamente en tres bocadillos de fiambres variados - supongo que adivináis porqué no eran al menos cuatro- y una botella a media de agua. 

Descubrimos con pavor que dichas vituallas estaban totalmente empapadas debido a la penetración del agua de la sentina del buque en las bolsas de plástico en que se hallaban envueltas y que el susodicho equipo no había testado previa y convenientemente como hacen los de la NASA y los americanos. 

En una piedra muy apropiada en dimensiones y condiciones decidimos dejar abiertos los bocadillos a fin de que estos se secaran con el sol y pudiéramos hincar el diente al menos a la mortadela, chorizo y salchichón que componía su interior y alegría de nuestros atrofiados estómagos. 

A continuación nos dirigimos al cortijo allí cercano. No tardó en dar la voz de alarma los ladridos. El spaniel breton ( o similar) que se dirigió amenazadoramente hasta nuestro grupo que realizábamos una coreografía consistente en realizar unas rotaciones entre nosotros, no para buscar refugio sino para dar refugio valientemente a los compañeros ofreciendo nuestro pecho descubierto a la posible agresión canina.

 No estoy seguro si el perro, tras percatarse de la calidad de nuestras personas le entró tufillo o fue la voz de la dueña que se acercaba seguida de un par de chiquillos, lo que hizo que el animal nos oliera un par de veces y continuara su camino sobrepasando nuestra compaña. 

 satisfaciendo toda la curiosidad de la dueña, le respondimos a todas sus preguntas.

. Nosotros previamente habíamos convenido en derivar nuestra verborrea a temas culinarios intentando hacerle ver la necesidad de tales menesteres por nuestra supervivencia y buen fin de nuestra empresa. 

Entre chanzas y titubeos propios de las conversaciones informales se ve que la buena señora o era difícil de convencer o no llegamos a explicarnos bien o no llegó a captar la esencia del mensaje. El caso es que solo alcanzamos a que los chiquillos que la acompañaban nos proporcionaran unos vasos de agua que absorbimos con fruición y deleite para nuestras gargantas. 

En ello apareció el perro cuyas fauces portaba algo parecido a algún resto de cárnicos procesados. Creo que fue Fali el que reaccionó el primero gritando ¡los bocadillos! y acto seguido fue a comprobar la veracidad del cometido crimen. 

Por no importunar a la señora con la mancha de la responsabilidad y la culpa bromeamos hipócritamente sobre la poca importancia que tenía el hecho. Nuestras risas ( y la de la señora y chiquillada presente) contrastaba con el sentir de desgracia e infortunio que nos auguraba un futuro de escasez y sufrimiento gástrico. 

En esto la buena mujer hizo de pasada una referencia sobre la frecuencia con que los camaroneros se acercaban por aquellas latitudes. De la conversación que seguimos de forma razonada extraimos la motivante conclusión de que en la siguiente curva o muy poco más allá debía estar el brazo del Noroeste donde supuestamente nos esperaba el equipo de apoyo y/o rescate. 

Esto unido a nuestros estómagos engañados por el relleno de líquido elemento hizo que nuestras mentes y cuerpos adquirieran un vigor que nos invitó a continuar con nuestro viaje. 

Cuando después de duro palear giramos en la siguiente curva, apareció otra y luego otra. Esto, unido a la entrada del poniente, hacia que el palear no fuera del todo agradable. Cuando mis brazos enflaquecían recibía un aviso por la retaguardia de lo más estimulante que me hacia restituirme inmediatamente. Se me venía a la cabeza la escena de Ben-Hur, esa del galeote cortandose un pie con el hacha para que las cadenas no lo arrastrasen al fondo. 

Cuando las fuerzas daba para poco en todo el equipo decidimos desembarcar y buscar otra forma de llegar a Sanlúcar. 


En un lugar que vimos apropiado realizamos el desembarque e inicialmente nos dispusimos a  descansar con el fin de que con el cerebro mas centrado viniera alguna idea que nos sacara de aquel infierno. 

Fali se echo en el suelo y según relata empezó a notar un "hormigueo" en las piernas. Efectivamente eran hormigas nativas que lo atacaban impunemente, con saña y desmesura por lo cual recurrió a toda sus armas para combatir en esta desigual batalla (para las hormigas). 

Estas cometieron el error de no identificar a nuestro comandante y viendo que el punto débil eran las piernas atacaban ahí alejadas de puntos vitales y obviamente más a la mano para ellas. Cabezas y miembros destrozados volaban por doquier. Las envestidas de tan fieros animales cesaron en favor del agredido que por no causar más daño retirose del hormiguero y estas, cobardes no fueron capaces de continuar el combate retirandose a sus cuarteles. 

Observé la escena y la verdad es que no me reí mucho porque en esos momentos me volqué hacia atrás clavándome terrones de fango reseco y otros restos puntiagudos de la naturaleza que en esos momentos me pareció un mullido colchón y quedome dormido.   

Tuve un extraño sueño donde nos veía a nosotros mismos con harapos, morriones , espadas y armaduras en a la orilla de un río ecuatorial negociando hábil y embaucadortamente con desarrapados indígenas. Intercambiamos oro por baratijas. ¡Qué desigual canje! ¡qué timo! ¡qué abuso!: Nosotros le dábamos oro y ellos a nosotros...... baratijas.  

Despertome brusca e inesperadamente  fruto de un alabardazo en el muslo. Me incorporé y reaccioné con rapidez felina y aplasté  con todas mis ganas un horripilante ser que con forma de mosca caballo intentaba succionar todos mis jugos vitales. 


Cuando retiré la mano observé como esta se iba volando muy a la ligera y en cierto modo aprecié un rictus de sonrisa en sus labios, (de haberlos tenido). 

Pude comprobar que en esos momentos me encontraba totalmente solo en aquél erial. Eché un vistazo a mi alrededor y allí en la lontananza pude ver a tres figuras que se desplazaban  en irregular fila india. Me puse camino de alcanzarlos a ver que estaban tramando o si habían localizado el camino de nuestra salvación o iban allí por mera curiosidad. Más al fondo parecía que un vehículo pasaba por un camino o carretera, así que con un rápido razonamiento lo entendí todo. No recuerdo si en un plano intermedio había alguna vivienda o similar. 

El caso es que cuando estaba a poco de alcanzarlos, estos se dieron la vuelta y empezaron a correr hacia mi posición. Esta retirada estratégica fue debida a la persecución que de pronto empezaron a padecer por parte de un mismísimo Cancerbero. 

Yo hice lo propio animado con la ventaja que les procesaba y que me daba una distancia de seguridad ante tal horrendo peligro. Llegado al margen determinado por su instinto natural la Bestia concluyó su labor pasando completamente de nosotros y con la satisfacción de su labor cumplida. 

Unificado el grupo nos dirigíamos a nuestra nave varada a fin de continuar el camino. En ese momento di la voz de alarma ante la aparición de una nave desde el nordeste. Con la agilidad mental que le caracterizaba, nuestro capitán dio orden de pasar a la carrera, embarcar y dirigirnos a ella a fin de pedir auxilio en nuestra desventura.............

 


 

  

Al breve de trascurrir en sus aguas divisamos como un ser sibilino - que no podía proceder más que de las mismas entrañas del Averno del Ponto, Tal vez enviado por los propios demonios que allí habitan al servicio del Lucifer de las profundidades y que emerge a la superficie sin más tarea que traer el mal y la destrucción a la humanidad-  el cual nos llenó de un pavor aterrador que aún en el día de hoy y tras el tiempo transcurrido me hiela la sangre. Se veía que o bien no disponía de la habilidad de mirar de reojo, como por ejemplo la familia de los équidos, o bien su menester de procurar el mal no incluía a nuestras personas. Hizo que este monstruo marino  tomara andurrios alejados de nosotros. El ser infernal de aspecto parecido a una culebra de no más de dos palmos atravesó el río a unos quince metros de nuestra proa haciendo que nuestras pulsaciones se ajustaran al esfuerzo y no al cangelo. por su denostada presencia. que se alejaba.

 

 El siguiente episodio tuvo lugar en el paso de Coria del Rio. Divisamos las blancas casas de esta localidad ribereña.. El infundio de animosidad que nos produjo tal visión nos aportó un vigor especial. ¡Por fin! un atisbo de civilización..... después de dos millas..


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El paisaje de casas trascurría y a mitad más o menos hicimos una parada puesto que debíamos dar paso a la Barcaza que hacía su servicio de paso de orilla a orilla.  Fuimos consciente como la tripulación y viajeros percibieron en nuestros ojos la mirada del tigre. Y supongo que se preguntarían de dónde venían o iban (esos pringaos) .  

A partir de aquí la naturaleza salvaje se hizo acopio de nuestras almas. 

El ritmo no se perdió hasta millas más tarde. No recuerdo la hora; pero si se que era la de comer o más aún, puesto que las necesidades de sustento de los héroes no es diferente al resto de los mortales. Y las tripas sonaban con especial animosidad.


Allende en la distancia divisamos un cortijo o similar. Localizamos una orilla apropiada para realizar un desembarque y dar cuenta de las vituallas energéticas que el equipo de logística había preparado para nuestro sustento. 

las energéticas vituallas que el equipo de logística había preparado para nuestro sustento consistía básicamente en tres bocadillos de fiambres variados - supongo que adivináis porqué no eran al menos cuatro- y una botella a media de agua. 

Descubrimos con pavor que dichas vituallas estaban totalmente empapadas debido a la penetración del agua de la sentina del buque en las bolsas de plástico en que se hallaban envueltas y que el susodicho equipo no había testado previa y convenientemente como hacen los de la NASA y los americanos. 

En una piedra muy apropiada en dimensiones y condiciones decidimos dejar abiertos los bocadillos a fin de que estos se secaran con el sol y pudiéramos hincar el diente al menos a la mortadela, chorizo y salchichón que componía su interior y alegría de nuestros atrofiados estómagos. 

A continuación nos dirigimos al cortijo allí cercano. No tardó en dar la voz de alarma los ladridos. El spaniel breton ( o similar) que se dirigió amenazadoramente hasta nuestro grupo que realizábamos una coreografía consistente en realizar unas rotaciones entre nosotros, no para buscar refugio sino para dar refugio valientemente a los compañeros ofreciendo nuestro pecho descubierto a la posible agresión canina.

 No estoy seguro si el perro, tras percatarse de la calidad de nuestras personas le entró tufillo o fue la voz de la dueña que se acercaba seguida de un par de chiquillos, lo que hizo que el animal nos oliera un par de veces y continuara su camino sobrepasando nuestra compaña. 

 satisfaciendo toda la curiosidad de la dueña, le respondimos a todas sus preguntas.

. Nosotros previamente habíamos convenido en derivar nuestra verborrea a temas culinarios intentando hacerle ver la necesidad de tales menesteres por nuestra supervivencia y buen fin de nuestra empresa. 

Entre chanzas y titubeos propios de las conversaciones informales se ve que la buena señora o era difícil de convencer o no llegamos a explicarnos bien o no llegó a captar la esencia del mensaje. El caso es que solo alcanzamos a que los chiquillos que la acompañaban nos proporcionaran unos vasos de agua que absorbimos con fruición y deleite para nuestras gargantas. 

En ello apareció el perro cuyas fauces portaba algo parecido a algún resto de cárnicos procesados. Creo que fue Fali el que reaccionó el primero gritando ¡los bocadillos! y acto seguido fue a comprobar la veracidad del cometido crimen. 

Por no importunar a la señora con la mancha de la responsabilidad y la culpa bromeamos hipócritamente sobre la poca importancia que tenía el hecho. Nuestras risas ( y la de la señora y chiquillada presente) contrastaba con el sentir de desgracia e infortunio que nos auguraba un futuro de escasez y sufrimiento gástrico. 

En esto la buena mujer hizo de pasada una referencia sobre la frecuencia con que los camaroneros se acercaban por aquellas latitudes. De la conversación que seguimos de forma razonada extraimos la motivante conclusión de que en la siguiente curva o muy poco más allá debía estar el brazo del Noroeste donde supuestamente nos esperaba el equipo de apoyo y/o rescate. 

Esto unido a nuestros estómagos engañados por el relleno de líquido elemento hizo que nuestras mentes y cuerpos adquirieran un vigor que nos invitó a continuar con nuestro viaje. 

Cuando después de duro palear giramos en la siguiente curva, apareció otra y luego otra. Esto, unido a la entrada del poniente, hacia que el palear no fuera del todo agradable. Cuando mis brazos enflaquecían recibía un aviso por la retaguardia de lo más estimulante que me hacia restituirme inmediatamente. Se me venía a la cabeza la escena de Ben-Hur, esa del galeote cortandose un pie con el hacha para que las cadenas no lo arrastrasen al fondo. 

Cuando las fuerzas daba para poco en todo el equipo decidimos desembarcar y buscar otra forma de llegar a Sanlúcar. 


En un lugar que vimos apropiado realizamos el desembarque e inicialmente nos dispusimos a  descansar con el fin de que con el cerebro mas centrado viniera alguna idea que nos sacara de aquel infierno. 

Fali se echo en el suelo y según relata empezó a notar un "hormigueo" en las piernas. Efectivamente eran hormigas nativas que lo atacaban impunemente, con saña y desmesura por lo cual recurrió a toda sus armas para combatir en esta desigual batalla (para las hormigas). 

Estas cometieron el error de no identificar a nuestro comandante y viendo que el punto débil eran las piernas atacaban ahí alejadas de puntos vitales y obviamente más a la mano para ellas. Cabezas y miembros destrozados volaban por doquier. Las envestidas de tan fieros animales cesaron en favor del agredido que por no causar más daño retirose del hormiguero y estas, cobardes no fueron capaces de continuar el combate retirandose a sus cuarteles. 

Observé la escena y la verdad es que no me reí mucho porque en esos momentos me volqué hacia atrás clavándome terrones de fango reseco y otros restos puntiagudos de la naturaleza que en esos momentos me pareció un mullido colchón y quedome dormido.   

Tuve un extraño sueño donde nos veía a nosotros mismos con harapos, morriones , espadas y armaduras en a la orilla de un río ecuatorial negociando hábil y embaucadortamente con desarrapados indígenas. Intercambiamos oro por baratijas. ¡Qué desigual canje! ¡qué timo! ¡qué abuso!: Nosotros le dábamos oro y ellos a nosotros...... baratijas.  

Despertome brusca e inesperadamente  fruto de un alabardazo en el muslo. Me incorporé y reaccioné con rapidez felina y aplasté  con todas mis ganas un horripilante ser que con forma de mosca caballo intentaba succionar todos mis jugos vitales. 


Cuando retiré la mano observé como esta se iba volando muy a la ligera y en cierto modo aprecié un rictus de sonrisa en sus labios, (de haberlos tenido). 

Pude comprobar que en esos momentos me encontraba totalmente solo en aquél erial. Eché un vistazo a mi alrededor y allí en la lontananza pude ver a tres figuras que se desplazaban  en irregular fila india. Me puse camino de alcanzarlos a ver que estaban tramando o si habían localizado el camino de nuestra salvación o iban allí por mera curiosidad. Más al fondo parecía que un vehículo pasaba por un camino o carretera, así que con un rápido razonamiento lo entendí todo. No recuerdo si en un plano intermedio había alguna vivienda o similar. 

El caso es que cuando estaba a poco de alcanzarlos, estos se dieron la vuelta y empezaron a correr hacia mi posición. Esta retirada estratégica fue debida a la persecución que de pronto empezaron a padecer por parte de un mismísimo Cancerbero. 

Yo hice lo propio animado con la ventaja que les procesaba y que me daba una distancia de seguridad ante tal horrendo peligro. Llegado al margen determinado por su instinto natural la Bestia concluyó su labor pasando completamente de nosotros y con la satisfacción de su labor cumplida. 

Unificado el grupo nos dirigíamos a nuestra nave varada a fin de continuar el camino. En ese momento di la voz de alarma ante la aparición de una nave desde el nordeste. Con la agilidad mental que le caracterizaba, nuestro capitán dio orden de pasar a la carrera, embarcar y dirigirnos a ella a fin de pedir auxilio en nuestra desventura.............

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